Hola,
Coincido con algunos de los comentarios de más arriba en los que se critica la superficialidad del texto; solo daré mi opinión acerca de las fantasías sexuales. Así que, además de esa falta de profundidad, echo de menos la parte negativa que toda fantasía tiene. Ya que pienso que todo tiene, valga la redundancia, su contrapartida; un perjuicio. Y las fantasías sexuales no son una excepción.
Fantasía… fantasía… sería comer lo que te diese la gana… comportarte como te diese la gana… darle rienda suelta a tu sexualidad completamente… no poner ningún límite a tu corta temporalidad en esto que llaman universo… ¡ser completamente libre!
Eso sí que molaría, y mucho.
Sin embargo, las fantasías, las barreras, lo prohibido, lo insano, lo tabú, tienen —conllevan— una toxicidad asociada de la que no nos podemos desprender. La mente, en su “imagination mode on”, puede sobrevolar parajes espectaculares y desarrollar las más aberrantes, espectaculares y variopintas fantasías sexuales. Pero, en la mente de cada uno. No en la sociedad. No en un contexto legal. No en un entorno de “carne y hueso”.
Suelo aconsejar muy a menudo —todo español que se precie da consejos gratuita, enfática y desinteresadamente en algún momento de su vida— la manida frase “vive y deja vivir”. Sin embargo, vivir es algo ambiguo, que yo por lo menos no sabría acotar con exactitud; esa exactitud que se requiere para decirle a una persona: “¿Sí? ¿De verdad te gustaría probar eso en el sexo? ¡Pues, adelante, no te cortes!”.
Hacer un trío es una fantasía un poco light, ¿no? Lo ‘suyo’ es imaginar una ‘petardá’ gorda… gorda.
Imaginarla, no hacerla.
Un saludo.